Tal vez te
hayas propuesto algún cambio en tu vida y, a pesar de varios intentos, no lo
has conseguido. Quizás te propusiste romper con esa pareja tormentosa, dejar de
fumar o ponerte en buena forma física. Sin embargo, tal vez lo hayas intentado
con todas tus fuerzas, pero al poco tiempo… vuelves a retomar esa relación,
vuelves a ser dominado por el cigarrillo o regresas a la vida sedentaria y a
los kilos de más. Y todo ello con una sensación de… “No soy capaz”.
¿Por qué es tan difícil cambiar?
LA FALSA
EXCUSA: “ES QUE YO SOY ASÍ”.
Tras varios
intentos de cambio, es muy socorrido decir: “es que yo soy así, es mi "forma de ser”.
Como si tal forma de ser fuera algo
que nos viene dado y no podemos cambiar, tal como el color de los ojos o
nuestra estatura.
He oído
cientos de veces frases como: “Es que siempre he sido muy negativo/a”, “Soy muy
débil”, “Tengo poca fuerza de voluntad”. Y por tanto, estas personas tienen la
excusa perfecta para no intentarlo.
La ciencia ya
ha demostrado la enorme plasticidad
del ser humano. Esto significa su capacidad de cambiar. Me gusta explicar el
concepto de plasticidad comparándolo con la plastilina. Imagina que moldeas un
trozo de plastilina hasta crear una figura terminada. Ahora piensa que esa
figura permanece sin tocarse durante años: la plastilina se habrá endurecido,
se parecerá al barro seco, pero sigue siendo plastilina, es cuestión de darle
el calor de tus manos y con esfuerzo podrás volver a ablandarla y moldear una
nueva figura.
La forma de ser, o personalidad
es exactamente así. Realmente, la hemos ido moldeando creando pequeños
hábitos diarios. Así, en nuestro día a día, acostumbramos a levantarnos más o menos a una
misma hora, desayunar las mismas cosas, con nuestra taza favorita, ir al trabajo
exactamente por el mismo camino, saludar a los compañeros exactamente con el
mismo tono, con las mismas palabras, … cuando nos vemos ante personas nuevas
reaccionamos de una forma parecida, algunas personas de forma más abierta,
otras de forma más reservada… y así hasta construir una serie de hábitos que
repetimos y que se nos hacen tan familiares que nos identifican. Y entonces la
persona dice: “Yo soy así”. Por tanto, si una persona en varias ocasiones ha
llegado a un nuevo grupo y ha permanecido callada todo el tiempo, dirá “Yo soy
tímida”, la excusa perfecta para mantenerse en silencio cuando llegue una nueva
ocasión similar.
LAS PRISIONES
DEL HÁBITO
Como dijo el
escritor Charles C. Noble: “Primero hacemos nuestros hábitos y luego nuestros
hábitos nos hacen a nosotros”.
Y somos tan buenos creando hábitos, que nuestro cuerpo aprende estas costumbres y funciona solo, como si el cuerpo se convirtiera en la mente. Esto se llama "programa cuerpo-mente". Me explico:
Cada célula de
nuestro cuerpo tiene inteligencia y memoria. Cuando repetimos una acción un
número determinado de veces, el cuerpo termina haciéndola solo. Por ejemplo, cuando aprendemos a
conducir. En un principio necesitamos toda nuestra atención para esta acción
compleja: nuestras manos manejan el volante y la palanca de marchas, a la misma
vez que nuestro pie derecho pisa el freno, el pie izquierdo el embrague,
nuestros ojos miran la carretera, los espejos retrovisores, etc. Todo ello, al
repetirlo muchas veces, se vuelve un acto mecánico; parece que nuestro cuerpo
conduce solo, sin apenas necesitar nuestra mente. Y si voy un paso más allá,
podremos entender cómo este hábito nos la puede jugar: si pruebas a conducir un
coche que se maneje de forma diferente (por ejemplo un coche de conducción
automática), tu cuerpo tenderá a repetir su hábito del coche anterior, y tienes
que hacer un esfuerzo extraordinario para ¡no tener un accidente!
Estos hábitos
se establecen en forma de acciones o comportamientos, pero también en formas de pensar, de manera que si
acostumbramos a tener pensamientos negativos o pobres: “Nada me sale bien”, “No
tengo tiempo para nada”, “Me canso demasiado al hacer ejercicio”, nos
identificaremos con SER una persona negativa
o débil. Estos pensamientos hacen que nuestro cerebro segregue unas
sustancias químicas (adrenalina, cortisol), que invaden todo el cuerpo haciendo
que baje su energía, que se sienta cansado o incluso que llegue a enfermar. El
cuerpo se acostumbra tanto a recibir esas sustancias químicas, que se llegará a
comportar como un drogadicto que necesita su dosis de “malestar” para sentirse
en equilibrio.
En este punto,
nuestros hábitos negativos de comportamientos y de pensamientos construyen una
especie de “programa cuerpo-mente” que funciona como una inercia que nos hace seguir “siendo igual”: haciendo lo mismo y pensando lo mismo. Es como
una prisión de la que vemos difícil salir… ¡pero no imposible!
INVERTIR EL
PROCESO: REINVENTARSE.
Si hemos
entendido que la forma de ser o personalidad podemos reducirla a un conjunto de
hábitos, estarás de acuerdo con que los hábitos se pueden cambiar, ¿verdad? Y
no obviamos que unido a estos cambios vendrán algunas dificultades. Permíteme
darte algunos consejos para crear un “nuevo programa de tu ser”.
Un nuevo hábito se crea en 14 días.
Según los expertos, si te propones un objetivo como empezar a hacer ejercicio
físico cada día, los primeros días esto puede suponer un esfuerzo, pero si
mantienes la acción durante 14 días, el cuerpo llegará a acostumbrarse, incluso
a sentir placer mientras haces ejercicio, y por tanto, el cuerpo te ¡pedirá
hacer ejercicio!
Aceptar la sensación de extrañeza. Si
te propones hacer algo diferente de lo habitual, por ejemplo, conocer a gente
nueva, tu “programa” no lo va a identificar como familiar, y dirás "qué raro, parece que no soy yo", y tendrás la
tentación de desistir para volver a ser el mismo de siempre. Debes permanecer
ahí, en tu nueva acción, y pronto te darás cuenta de que estás “venciendo la
adicción de ser el mismo de siempre” para “reprogramarte”.
Ayudar al cerebro a reprogramar sus
pensamientos. La ciencia ha demostrado que el cerebro no diferencia entre
lo que piensa y lo que vive de forma real. Hacer diariamente alguna técnica de
visualización, meditación, afirmaciones positivas u otras técnicas, instruyen
al cerebro a cambiar sus hábitos de pensamiento.
Estar alerta de no volver al antiguo
programa. No olvidemos que el ser humano tiende a volver a lo conocido, a
lo familiar, aunque sea negativo. Para consolidar el “nuevo programa” de
nuestro ser debemos estar siempre alerta, pero especialmente en los primeros 40
días, es la llamada “cuarentena”.
En resumen, se
trata de volver a amaestrar a nuestro fiel sirviente, llamado cerebro, para que
nuevamente despliegue todo su poder creativo y, con una humilde reverencia, se coloque,amorosamente, a nuestros pies.
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