<<Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!>>
Alfonsina
Storni
No es casualidad que el
desamor sea un tema estrella en la poesía, la música o el cine… Amor no correspondido, o más aún, perder al
ser amado. Numerosos corazones se identifican con este dolor que, más tarde o
más temprano, a todos nos llega. Sin embargo, no todas las personas afrontan de
la misma forma una ruptura amorosa. Mientras que algunas personas recuperan su
bienestar e incluso rehacen felizmente su vida a corto-medio plazo, otras
parecen quedar condenadas de por vida al recuerdo doloroso de lo que pudo ser y
no fue.
¿De qué dependen estas diferencias?
LA RUPTURA: UN DUELO QUE PUEDE COMPLICARSE
Aunque el concepto de duelo se asocia generalmente al
periodo que sigue al fallecimiento de un ser querido, el término duelo proviene
de dolor, y es un proceso que sigue a cualquier pérdida, incluida la de una
pareja.
A veces la ruptura es especialmente traumática, por ser inesperada,
provocada por una infidelidad, o cuando
la relación es tan tormentosa que no queda otra opción. En estos casos, el
duelo puede complicarse si la persona no es firme en su determinación y se deja
llevar por momentos de debilidad que le
hacen buscar , a veces de forma impulsiva, algún contacto con su ex-pareja.
A menudo este contacto es vivido de forma eufórica, como quien sacia la necesidad inminente de una droga; pero la
consecuencia final es incrementar el dolor, al confirmar nuevamente, que la relación es imposible. No obstante, y
como acallando a la lógica de la razón, hay quienes insisten en seguir este
impulso masoquista de buscar esa “droga”, aun pagando el alto precio de ir
perdiendo, cada vez más la dignidad y la esperanza de recuperar la relación.
Por la exactitud con la
que coincide el proceso de la adicción a drogas, con la conducta descrita en el
párrafo anterior, los expertos llaman adicción emocional a esta
búsqueda impulsiva de la persona amada. Esta similitud se cumple incluso a
nivel bioquímico, con un importante paralelismo entre la estructura neuronal de
una persona en proceso de ruptura y una persona adicta a la cocaína. Y como
consecuencia, la desintoxicación de esta adicción podría alargarse y complicarse en la medida en la
que siga habiendo “consumo”, o en este caso, contacto
con la persona amada.
LA ELECCIÓN
Al igual que en la
desintoxicación de sustancias, la recuperación de una adicción parte de un firme decisión. Una vez
decidido, es importante ser consciente de que la única forma de superar
el dolor de la ruptura es pasar por el medio: atravesarlo. Y para ello, se ha de
asumir que será necesario distanciarse
lo más posible de todo contacto con la ex-pareja. Incluso, es aconsejable dejar de hablar de ella,
aún reteniendo el deseo imperioso de hacerlo, propio de la adicción, pues al
hablarlo, el cerebro revive y fortalece una y otra vez la razón de su dolor. Se
trata de superar, sin consumir, el periodo del síndrome de abstinencia
emocional.
En este sentido, el ser humano,
como mecanismo de defensa, tiende a evitar el dolor, y es por ello que en estos casos se desea de
forma imperiosa olvidar lo antes posible a la persona amada y superar cuanto
antes todo el proceso. Sin embargo, como decía Michel de Montaigne:
"Nada fija tan intensamente algo
en la memoria como el deseo de olvidar".
El deseo de olvidar es un fuerte rechazo al
dolor, pero el dolor necesita ser
aceptado para empezar a sanarse (remito al artículo “Sanar el dolor” de
este blog). Formas en las que se manifiesta este deseo de olvidar es rechazando
todo recuerdo positivo que viene a la mente sobre momentos hermosos vividos en
la relación. La persona intenta desterrar estos pensamientos, para no sufrir, sin
embargo, en este intento sólo consigue atraerlos aún más y prolongar el dolor. En
este sentido, es imprescindible aceptar
que esos momentos hermosos son inolvidables, y que debemos darle un lugar en
nuestro corazón. Para ello, y para ir curando el dolor asociado a ellos, se
puede elaborar una especie de galería de recuerdos en la que
representemos con una imagen mental cada recuerdo positivo vivido en la
relación. Repetir diariamente este recorrido mental por la galería de recuerdos
ayuda a ir cicatrizando la herida de la pérdida.
RENACER
Cuanto más
agudo es un sufrimiento, mayor es la oportunidad de crecimiento personal. El desgarro de la pérdida de un ser amado
crea un gran vacío que obliga a desarrollar los recursos personales a veces
hasta límites insospechados. He oído testimonios de personas que sienten que
han renacido, y que jamás hubieran pensado alcanzar tanta felicidad creciendo y
redescubriéndose a sí mismas.
… el dolor de una ruptura
amorosa
puede hundirnos al fondo del abismo…
…Decidir tomar impulso
hacia la superficie
puede elevarnos a divisar
nuevos y apasionantes horizontes…