Quién no se ha
planteado alguna vez en qué nivel está su Autoestima;
si está alta, baja, o como algun@s dicen, por
los suelos… El concepto Autoestima
es quizá uno de los más utilizados, por profesionales y por el público en
general. De esta forma, la expresión tener Baja Autoestima se emplea con frecuencia cuando una persona no se quiere a sí
misma, no se valora, no cree en sus cualidades; también cuando no se cuida, o
permite que los demás no la cuiden o la humillen, cuando se aísla o incluso
cuando una persona está triste o no tiene ilusión. Así, el término Autoestima se convierte en una especie
de comodín, empleado en la jerga popular para explicar casi todos los males del
sentir humano. No es extraño, por tanto, que numerosos libros y talleres
versen, precisamente, sobre “Cómo mejorar la Autoestima”.
Pero,
realmente, ¿alguien sabe explicar de
forma concreta qué es y cómo elevar la autoestima? ¿O el concepto se ha
desvirtuado de tanto usarlo?
Si comenzamos
por analizar la palabra, tenemos auto-,
proveniente del griego, que significa “sí
mismo”; y –estima: “querer”, “valorar”,”apreciar”.
Resultado: valorarse o amarse a sí mismo. Pero, ¿cómo conseguir esto?
Propongo,
antes de analizar el amor a uno mismo,
una pregunta como reflexión dirigida a los
demás:
“¿Qué cualidades te parecen más admirables
en los demás?”
Tal vez te
resulte útil recordar qué cualidades hicieron que te enamoraras de alguien o
qué cualidades te gustaría que tuviera una pareja ideal para ti.
Si quieres que
esta lectura te resulte verdaderamente reveladora, te propongo, antes de
continuar leyendo, que elabores una lista con todas esas cualidades que veas
admirables en los demás. Puedes incluir de 10 a 20 cualidades.
Quizá algunas
de estas cualidades que te resultan admirables en una persona sean:
- “Afectuosa”: que muestre cariño y sea una persona
querida.
- “Atractiva”: con cualidades físicas y/o personales
atrayentes.
-
“Alegre”: con ganas de disfrutar de la vida.
- “Sociable”: que se relacione positivamente con las
personas.
-
“Con capacidades”: profesionales, artísticas,
intelectuales…
-
“Con metas”: con objetivos alcanzados y por alcanzar.
-
“Segura”: que sabe lo que quiere y es coherente para
conseguirlo.
-
“Auténtica”: persona sincera y clara.
- “Satisfecha”: persona que acepta quién es, incluso con
sus debilidades.
-
“Confiada”: cree en sus capacidades y se muestra tal
como es.
- “Saludable”: que se cuida, física y/o mentalmente.
- ...
O tal vez
hayas incluido otras cualidades. Pero ¿sabes qué es lo más interesante de tu
lista? Que estas cualidades son las que
están en ti. Puede que esto te sorprenda o incluso te choque. Pero la
realidad es que sería imposible que tú admiraras estas cualidades si no las
reconocieras en ti. Lo que sí puede ocurrir es que sólo estén en forma de semilla, sin que te preocupes de cultivarlas
y darles vida.
Por tanto,
cuantas más cualidades de tu lista tengas sin cultivar, menos amor y admiración
sentirás por ti. Se convierte por tanto la autoestima es un auténtico proceso de conquista a un@ mism@.
Y podríamos
pensar que la autoestima se adquiere en función de cómo nos valoran los demás: qué
piensan de nosotros nuestros padres, nuestra pareja, nuestros amigos o
compañeros. Y es cierto que parte del autoconcepto se construye a partir del
reconocimiento de los demás, pero esto
es sólo una pequeña parte. La fuente del
amor a uno mismo emana del interior y es un trabajo propio. Si no es así,
dependeremos de los halagos de los demás constantemente para saciar nuestra
sed, y esta dependencia no nos resultará admirable de nosotros.
LA CONQUISTA A UN@ MISM@
Cuenta una leyenda que
Pigmalión, escultor y Rey de Chipre, quería casarse con una mujer que
correspondiera a su ideal de mujer perfecta. Tras años de búsqueda, finalmente, decidió no casarse y
dedicar su amor y su tiempo a crear la más bella de las estatuas.
Guiado por su amor, empezó a
esculpir una bella estatua de mujer, a la que llamó Galatea, tan perfecta y
hermosa, que el rey se enamoró de ella perdidamente. Profundamente atraído por
su obra, no podía dejar de pensar en su amada de marfil. La observaba y
admiraba durante horas, y soñaba que cobraba vida.
Una noche, Pigmalión se dirigió a
la estatua, y al besarla, ya no sintió los helados labios de marfil, sino una
suave y cálida piel en sus labios. La estatua había cobrado vida.
Se cuenta que la diosa Venus
había intervenido en el milagro y dirigiéndose al Rey mencionó:
“Mereces la Felicidad, y una
Felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala
y defiéndela del mal”.
Cada día es una oportunidad para
esculpirnos a nosotros mismos. Elige cada día una de esas cualidades que
admiras; puedes inspirarte en personas que la muestren; y compórtate como si tuviera vida en ti. Si
es la alegría, simplemente sonríe, como si te sintieras feliz; si es la
seguridad, habla mirando fijamente a los ojos, o camina observando la firmeza
de tus pasos… Y poco a poco, sentirás como la escultura que vas creando en ti,
va despertando tu amor y admiración y, por fin, irás sintiendo cómo cobra vida en
tu ser...