Tal vez
nuestros abuelos y abuelas conformaron una pareja para toda la vida.
Seguramente nuestros bisabuelos y tatarabuelos también. Quizás, aunque menos
probable, y dependiendo de su edad, nuestros padres también. Sin embargo, en nuestros tiempos, la relación de pareja
para toda la vida ya no es una constante.
Los datos
estadísticos dicen que, después de los cinco años de casarse nada menos que el
60% de los matrimonios se plantean divorciarse. Y a esto se suma el porcentaje de
parejas que, aun estando mal, no se lo plantean por dificultades económicas,
familiares, etcétera, y “aguantan” en el matrimonio como pueden…
¿ESTAMOS ANTE
UNA “CRISIS DE LA PAREJA”?
No olvidemos
que la palabra “crisis” significa “cambio”. Y creo que nadie duda que estamos
en un periodo de pleno cambio en la humanidad. Estamos en la era de la
información, de las tecnologías, del desarrollo. Está cambiando el modelo
económico, el religioso, el político, el científico. Están cambiando los
valores personales, la consciencia de la humanidad, y también está
cambiando el modelo de amor.
Mientras que hace más hace unos 50 años hablábamos de la pareja como “tu otra
mitad”, la que te complementa y da sentido a tu vida, ese modelo llamado “amor
romántico” está desfasado, y ha sido sustituido por un amor de “dos enteros”. Esto
significa que los miembros de la pareja son (o debieran ser) personas
completas, independientes, preocupadas por su propio desarrollo y crecimiento
personal, y que se unen a otra persona para “compartir” su felicidad y no para
conseguirla a través de ella. El “compartir” en la pareja también es una
forma es la que los miembros se desarrollan y enriquecen mutuamente.
Sin embargo, en estos tiempos también
el desarrollo personal ocurre de una forma mucho más rápida. Tenemos a
nuestra disposición innumerables opciones de vida: desde diferentes actividades
a practicar en el tiempo libre, como distintas formaciones, opciones laborales,
contactos personales, etc. Y gracias a las nuevas tecnologías toda la
información la tenemos en nuestro móvil rápidamente y en cualquier lugar. Basta
un clic en google para tener a nuestra disposición cualquier información en el
momento; o un clic en facebook, instagram o twiter para abrir una lista de
cientos de personas y grupos con los que podemos contactar…
Esta multiplicidad de opciones y
el fácil acceso a ellas también hacen más posible que las personas vayan
explorando diferentes experiencias, y si los miembros de una pareja escogen
opciones distintas pueden ir distanciándose entre ellos.
Todo se une a una mayor exigencia tanto a nivel personal
como de pareja. Por ejemplo, hace 50 años éramos felices simplemente teniendo
una vida estable y una pareja que “encajara” en nuestro estatus familiar y
social; y este estatus se conseguía a menudo teniendo una pareja de toda la
vida, ya que la sociedad consideraba que era lo adecuado. Ahora en cambio, exigimos mucho más para estar bien en pareja.
Exigimos más compatibilidad de caracteres, valores y gustos comunes, que nuestra
pareja acompañe nuestra evolución personal, etc.
Y no es que esta mayor exigencia sea negativa porque dificulta que la
pareja permanezca unida para siempre. Más bien al contrario: supone un reto para superarse y hacer que
la pareja crezca, se adapte, o bien, que
acepte que ya no pueden continuar juntos, y crezcan por separado.
A veces la pareja caduca, y tiene que romperse, para que sus miembros
puedan seguir creciendo y ser felices. Debemos aceptar esto. Algunos expertos
hablan de una nueva era de las
relaciones de pareja en la que la norma es tener varias parejas a lo largo de
nuestra vida. Hablan de “monogamias
secuenciales” para designar a estos periodos en los que tendremos
diferentes parejas en cada secuencia de nuestra vida.
CLAVES PARA CUIDAR LA RELACIÓN DE PAREJA
Se trate de una relación para
toda la vida o de duración limitada, la pareja requiere de unos cuidados para
mantenerse en un estado de bienestar. Algunas claves para cuidar la pareja son:
-
Cuidar el
espacio personal de cada miembro. Que cada uno sea responsable de cuidar su
propio crecimiento personal, y no hacer depender su bienestar exclusivamente de la pareja.
- La pareja debe compartir,
crear espacios y proyectos comunes, evitando la monotonía. No es una
contradicción con la clave anterior, más bien al contrario, ambos espacios se
complementan. Visitar lugares nuevos, probar nuevas actividades y experiencias,
tener metas comunes y renovarlas,
compartir con otras personas, con otras parejas…
- Revisar la
pareja. De vez en cuando, la relación debería plantearse una especie de
“itv”. Por ejemplo, hacer un pequeño retiro de fin de semana al año, destinado
a hacer balance de cómo se siente la pareja, puntos débiles, puntos fuertes y
propuestas de mejora.
Mónica Ferrera, psicóloga y psicoterapeuta.
www.monicaferrera.es