Gracias al placer y a su búsqueda instintiva, disfrutamos del buen comer, del sexo, de la música o el cine; y, en otro orden de cosas, del placer de amar, de sentirse amado, del éxito y reconocimiento social,… y un largo etcétera. La búsqueda de placer y su disfrute es el condimento que puede hacer de la vida una aventura exquisita. En su diversidad de manifestaciones, como la alegría, el deseo, la pasión,… el placer es una de las cuatro emociones primarias (junto con el miedo, el dolor y la rabia); y su gestión es crucial para desarrollar nuestra Inteligencia Emocional como clave del éxito y felicidad. (Remito a artículos anteriores de este blog para ampliar información).
Sin embargo, volverse incapaz de gestionar esta emoción puede convertirnos en “Esclavos del placer”. Esta falta de libertad puede tornarse en ansiedad por consumar el placer de que se trate, bien el sexo, las compras, el juego, Internet… Hablamos entonces de las “Adicciones”.
No obstante, sin llegar a la patología de Adicción, para analizar el “placer como enemigo”, voy a detenerme en una de las actividades placenteras más comunes: “el placer de la comida”.
Desde un punto de vista biológico, la sensación de hambre es una alarma que indica la necesidad de nutrientes en el organismo. Comer en esos momentos constituye un alivio placentero que sacia y equilibra esa necesidad.
Pero este mecanismo biológico basado en “comer como necesidad”, ha evolucionado y se ha transformado (sólo en el primer mundo, ¡claro!). Es decir, generalmente, no comemos por necesidad, sino que comemos por placer.
Me ha parecido interesante reflexionar en este tema, ya que vivimos en una sociedad en la que impera el culto a la belleza de la estética y la esbeltez. ¿Quién no ha hecho dieta alguna vez?
Y quien haya hecho dieta restrictiva, habrá podido sentir que el hecho de prohibirse ciertos alimentos, no hace sino aumentar el deseo por ellos. Sin embargo, la persona puede ser capaz de controlarse ascéticamente en una dieta estricta, nada placentera y sin apenas calorías. Podrá reprimir su impulso de placer día tras día, e incluso sentirse victoriosa por vencer a su propia naturaleza. Sin embargo, su deseo cada vez puede volverse mayor… y más incontrolable. Es común en este proceso antinatural que la persona se vuelva triste e irritable, en el enérgico intento de contener su impulso.
COMER ES UN PLACER…
Desde un punto de vista biológico, la sensación de hambre es una alarma que indica la necesidad de nutrientes en el organismo. Comer en esos momentos constituye un alivio placentero que sacia y equilibra esa necesidad.
Pero este mecanismo biológico basado en “comer como necesidad”, ha evolucionado y se ha transformado (sólo en el primer mundo, ¡claro!). Es decir, generalmente, no comemos por necesidad, sino que comemos por placer.
Me ha parecido interesante reflexionar en este tema, ya que vivimos en una sociedad en la que impera el culto a la belleza de la estética y la esbeltez. ¿Quién no ha hecho dieta alguna vez?
Y quien haya hecho dieta restrictiva, habrá podido sentir que el hecho de prohibirse ciertos alimentos, no hace sino aumentar el deseo por ellos. Sin embargo, la persona puede ser capaz de controlarse ascéticamente en una dieta estricta, nada placentera y sin apenas calorías. Podrá reprimir su impulso de placer día tras día, e incluso sentirse victoriosa por vencer a su propia naturaleza. Sin embargo, su deseo cada vez puede volverse mayor… y más incontrolable. Es común en este proceso antinatural que la persona se vuelva triste e irritable, en el enérgico intento de contener su impulso.
LUCHAR CONTRA NATURALEZA ES, ANTES O DESPUÉS, UNA BATALLA PERDIDA...
En algún momento el control bajará la guardia y, seguramente, sucumba la tentación de un chocolate, una galleta o cualquier otro manjar. Y una vez que la voluntad cede al pequeño placer prohibido, la sensación orgásmica del disfrute nos hace vulnerables… y en ese punto es muy difícil parar. Como dice la vulgar expresión, “de perdidos, al río”… de una onza de chocolate puede pasarse al atracón de la tableta, o del paquete entero de galletas… Como si se tratara de una posesión demoníaca que hace perder el control. En palabras de Oscar Wilde:
<<La única forma de vencer la tentación es entregarse a ella>>
Después de disfrutar este orgasmo prohibido, la culpabilidad y la frustración se adueñan de la persona, quien se impondrá: “No puede ser; a partir de ahora debo controlarme más”. Su percepción de autocontrol se va mermando; y a la misma vez su autoestima y estabilidad emocional. De esta forma, la persona va quedando, poco a poco atrapada en una lucha contra su propia Naturaleza, ya que, parafraseando a San Agustín:
<< Nadie puede vivir sin el placer>>
El error, por tanto, radica en que la mayoría de las dietas se basan en la idea de control y sacrificio, cuando en realidad la relación que nos une con la comida es la búsqueda de placer como instinto natural. Sin duda hay personas con gran voluntad que logran su objetivo de perder peso, pero raramente este objetivo se mantiene en el tiempo. Más al contrario, pueden recuperar el peso perdido e incluso más, ya que no han aprendido a gestionar la clave: el equilibrio sano del placer de comer.
Más allá de este ejemplo de la relación con la comida, se establece la necesidad de gestionar y canalizar la emoción del placer, y no reprimirla. El control excesivo, es justo lo que hace perder el control. El equilibrio se haya en permitirse el placer en su justa medida.
"Por tanto, la búsqueda del placer, en todas sus manifestaciones (alegría, pasión, disfrute), y la sabiduría de su gestión, es necesaria para lograr una vida estimulante y plena. También al contrario, saber detectar la ausencia de placer, cuando la vida se torna insípida y sin pasión, es imprescindible para reconducirla hacia nuevos caminos más alentadores y placenteros…"
El cine nos muestra en esta estupenda película, un ejemplo de la importancia de permitirse y buscar el placer como camino hacia la Felicidad. Adjunto el trailler e invito a verla a quienes les interese profundizar e inspirarse...
"Por tanto, la búsqueda del placer, en todas sus manifestaciones (alegría, pasión, disfrute), y la sabiduría de su gestión, es necesaria para lograr una vida estimulante y plena. También al contrario, saber detectar la ausencia de placer, cuando la vida se torna insípida y sin pasión, es imprescindible para reconducirla hacia nuevos caminos más alentadores y placenteros…"
El cine nos muestra en esta estupenda película, un ejemplo de la importancia de permitirse y buscar el placer como camino hacia la Felicidad. Adjunto el trailler e invito a verla a quienes les interese profundizar e inspirarse...
Bon Appétit!