<<¡Oh, envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!>>
Miguel
de Cervantes
Con esta frase alude Cervantes a un sentimiento que en algún momento de nuestras vidas seguramente hemos experimentado: la envidia. En la Religión, la Envidia es uno de los siete Pecados “Capitales”, no por su gravedad, sino por ser raíz de otros males como el odio, el rencor o la venganza, que nos coloca en el extremo opuesto al amor al prójimo.
En la Psicología, la envidia es
definida como el sentimiento de deseo intenso de algo poseído por otra persona.
Las áreas cerebrales que se activan con la envidia son exactamente las
activadas por el dolor. Es, por
tanto, un sentimiento doloroso y altamente limitante, y por ello, he decidido
tratarlo en este post, para aprender a gestionarlo y transformarlo en un
recurso.
EL ORIGEN DE LA ENVIDIA
Según algunos estudios, la
envidia tiene una base biológica, y es por tanto natural sentirla. Sin embargo,
la cultura, la sociedad o la educación, juegan un papel crucial en su
desarrollo.
Desde pequeños, somos educados en la competencia, en lugar
de la cooperación.
Si recordamos nuestro periodo
escolar, ¿quién era el/la más listo/a de la clase?, aquella persona premiada,
reforzada, con quién tal vez nos comparaban creando nuestra frustración. ¡O tal
vez eras tú ese ser destacado! Y entonces tenías que soportar a tus
compañeros/as, que a veces con desprecio, dejaban caer eso de... "¡¡¡Empollón!!!". Nuestro sistema de enseñanza aún sigue promoviendo competir, a través de innumerables
pruebas y exámenes individuales, en lugar de inspirar hacia trabajos en equipo
que promuevan el crecimiento mutuo y el bien común. Y este sistema es perpetuado con aún más intensidad en el panorama laboral.
En este sentido, es curioso como
otras especies parecen estar más “avanzadas” que la sociedad humana. Por
ejemplo, los caballos. Los caballos viven en grupos o manadas, y cada uno tiene un papel diferente en el grupo, todo ello
para lograr un único objetivo: el bien
común. Un caballo quiere lo mejor para él, quiere ser feliz, es decir,
evitar situaciones que se escapen a su control, como el ataque de depredadores.
Busca su “bien-estar” y sabe que para sentirse bien, es condición que los demás
también estén bien. Y se organizan de una forma jerárquica y perfecta para
conseguirlo.
Pues bien, el ser humano también nace con ese valor de bien común, que,
contrario a la envidia, propicia la solidaridad cuando vemos a otros que
necesitan ayuda, y hace que nos sintamos bien al ayudarles.
EL ALIMENTO DE LA ENVIDIA: LA
CRÍTICA
Un claro indicador y alimento de la envidia
es criticar a aquella persona que envidias. Al verbalizar tal comentario
destructivo ya estás dándole poder en tu vida a la destrucción y no a la
creación. Cuando estamos criticando, nuestro cerebro funciona en un alto nivel
de estrés (ondas beta alta), totalmente contrario al bienestar y la creatividad.
En palabras del célebre
Shopenhauer: “La envidia en los hombres
muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o
dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.”
LA ENVIDIA: DE LÍMITE A RECURSO
Como hemos referido, la envidia
es un sentimiento natural, pero no por ello aceptable. Podemos transformar su
carácter destructivo en una inspiración a crear en nosotros aquello que
anhelamos de otros. Estos son los pasos a seguir para conseguirlo:
- Reconocer e identificar ante ti mismo el sentimiento de envidia. No es algo vergonzoso, recuerda que es algo natural y ¡te honra querer cambiarlo!
- Evita criticar a la persona que envidias. Si evitas hablar negativamente al respecto, te aseguro que este sentimiento se reducirá drásticamente.
- Observar qué es exactamente lo que anhelas de esa persona. Tal vez descubras que no te interesa tanto. O quizás que puedes ponerte en marcha para conseguirlo. Los humanos aprendemos por observación a otros, ¿qué tal si te inspiras a hacer algo parecido a ese ser que en principio envidiabas?
- Este cuarto paso es el más difícil, pero ayuda a disolver casi totalmente el sentimiento de envidia: declarar la virtud. Se trata de “decir a otros lo admirable de ese ser que tanto envidiabas”. Puedes decir, por ejemplo, “Es admirable como ha conseguido tanto éxito”, “La verdad es que tiene mucho talento”. Y un paso más lejos, es decírselo directamente a la persona que posee tal virtud. Te aseguro que tu valor al hacer esto habrá disipado cualquier resto destructivo de la envidia, convirtiéndola en un valor de valentía y reconocimiento, y por tanto, en una virtud propia.
¿Y SI TE ENVIDIAN Y TE CRITICAN A
TI?
Entonces significa que estás en
el camino del éxito. No olvidemos que en nuestra cultura, algo bueno se define
como “envidiable”. Mi consejo: mira a tus críticos con compasión, y sonríeles desde tu
dulzura, ellos tienen su propio castigo con el dolor de su envidia. A veces, destacar o tener éxito es lo que más nos abruma. Pero...
<<No tengas miedo a brillar, porque antes o después, iluminarás a otros con tu grandeza y los inspirarás a que enciendan la luz de su propia virtud>>.
<<No tengas miedo a brillar, porque antes o después, iluminarás a otros con tu grandeza y los inspirarás a que enciendan la luz de su propia virtud>>.