Seguramente
alguna vez has sentido muchas ganas de conseguir algo y has jurado que te vas a
esforzar lo máximo para conseguirlo. Entonces, para recordártelo, dices a las
personas de tu alrededor frases como: “¡Esta vez ya no vuelvo más con él, te lo
juro, no pienso hablarle jamás!”, o… “¡Voy a cuidarme en serio, pienso ir a
correr todos los días!”, “¡Ya está bien, me levantaré temprano cada día, voy a
estudiar 8 horas diarias mis oposiciones!”.
Sientes tantas ganas de conseguir aquello, que anuncias a los cuatro
vientos que esta vez va en serio. Lo prometes. Ese es tu acuerdo.
Pero… ¿qué
pasa si esa energía del principio poco a poco se va desvaneciendo como un globo
que lentamente se desinfla? Y a los pocos días, siguiendo con los
ejemplos, encuentras alguna excusa para
volver a llamar a ese ex que tanto te ha dañado. O argumentas que hace
demasiado calor como para ir a correr hoy, ya iré mañana. O que has pasado muy
mala noche y pasas de levantarte a estudiar…
¿QUÉ OCURRE CUANDO ROMPES TUS ACUERDOS?
Cuando no
cumples lo que dices, en un principio intentas justificarte, y argumentas que
tenías motivos para romper tu acuerdo. Este es un mecanismo de defensa que
intenta proteger tu autoestima. Pero en el fondo sientes que nuevamente te has
fallado. Sientes que tus palabras no
tienen valor porque no cumples lo que dices. Y las personas a las que
juraste cumplir tu acuerdo ven que no lo has cumplido, y poco a poco vas
perdiendo credibilidad. Los demás ya no confían en tus promesas. No te toman en
serio. Pero lo peor es que tú tampoco crees es ti… Sientes tener una imagen muy
débil ante ti, y ante los demás.
DENTRO DE TI HAY UN JUEZ... Y UNA VÍCTIMA
Desde pequeños
hemos aprendido a que alguien hiciera de juez ante nosotros. Así, cuando
hacíamos algo bien, nos premiaban diciendo: “Eres un niño bueno”. O bien cuando
no hacíamos lo que papá y mamá querían nos castigaban diciendo “Eres un niño
malo” o “Eres una niña mala”. Cuando respetamos las reglas o los acuerdos somos
premiados, cuando no, somos castigados. Lo hemos aprendido tan bien que ahora
somos nuestros propios Jueces.
La otra parte
de nosotros es la que recibe esos juicios. A esta parte la llamamos Víctima. Es
la que carga con la culpa, el reproche y la vergüenza. Nuestra parte Víctima es
la que nos dice: “No eres capaz. No eres una persona suficientemente buena,
inteligente, o atractiva. No mereces ser amada. No vales lo suficiente”. Y el
gran Juez lo confirma: “No vales lo suficiente”…
Y si así lo
creemos, repetiremos ese patrón de fracaso una y otra vez y ¡esa será la realidad que seguiremos creando
en nuestras vidas!
EMPODÉRATE:
HAZ SAGRADOS TUS ACUERDOS
Si de verdad
quieres empezar a crear algo nuevo en tu vida, tienes que tomar consciencia de
qué es lo que está fallando en ti, para revertir el proceso. Cada vez que te
has propuesto algo, y has abandonado, has herido tu corazón, has perdido tu PODER.
Cuando una persona pierde poder, repite frecuentemente “No puedo”, ante cada
adversidad de la vida. Se rinde antes de luchar.
Y de nada
sirve que alguien te consuele diciéndote “Verás como sí que puedes”.
Desgraciadamente, has aprendido a no creer en ti.
Sólo te queda
una opción: demostrarte con hechos que
puedes conquistar, nuevamente, tu PODER. Demostrarte que puedes hacer
acuerdos contigo y que serán un compromiso sagrado para ti. Una hermosa
oportunidad de recuperar la confianza en ti.
TRABAJANDO LOS ACUERDOS
1.
Haz acuerdos
importantes. Mira en tu corazón qué es importante para ti, qué necesitas
conseguir para sentirte una persona más libre, más poderosa, más admirable ante
ti.
2. Haz pocos acuerdos. Se trata de darte
una oportunidad viable. Te aconsejo empezar por uno, dos o tres acuerdos
sencillos, prácticos. Para los que tengas que esforzarte, pero que puedas
cumplir.
3. Escríbelos. Puedes hacer un pequeño
ritual de compromiso: cuando tengas claros tus acuerdos, escríbelos y colócalos
en un lugar visible pero íntimo para ti. Léelos y recuérdate cada mañana que
cumplir los acuerdos ese día es un gesto de amor por ti.
4. Reconsidéralos, renegocia tus acuerdos. Puedes
modificar o perfeccionar tus acuerdos siempre que esto sea para tu bien, y sin
dejarte llevar por la pereza o la debilidad. Se trata de ir adaptándolos a ti,
para ir conquistando poco a poco tu confianza en que puedes.
Si sigues estos cuatro puntos, irás conquistando tu PODER PERSONAL. “Poder”,
porque sentirás que puedes. Que sabes lo
mejor para ti, que te lo propones (lo acuerdas contigo) y ¡lo haces! Y
entonces te sientes de maravilla contigo, porque tienes alguien fascinante
en quien confiar: ¡en ti!.
“Ése
es el PODER…
Cuando
lo que piensas, lo que haces y lo que sientes, están en coherencia.
Entonces tu Vida está en Armonía.”