Uno de los miedos más frecuentes
en nuestra sociedad es el miedo a la soledad. Quiero referirme a la soledad
como ausencia de compañía, vivida con
melancolía y tristeza. Uno puede “sentirse solo” por varios motivos, pero hoy
voy a centrarme en la soledad por no
tener pareja.
Hay personas que cuando no tienen
pareja se sienten incompletas, desdichadas, y por ello su mayor intención es
encontrar a quien denominan su “media naranja”. Esa persona que le salve, que
le complete, que le aporte toda la felicidad que necesita. A veces esta
necesidad se convierte en casi una obsesión, y estas personas buscan
afanosamente esta ansiada mitad,
probando diferentes parejas, en la mayoría de ocasiones “fallidas”, que no hacen
sino aumentar su frustración.
Este concepto de amor como dos
mitades que se unen proviene del Romanticismo,
del siglo XIX. Esta idea de amor
considera que la felicidad está en la
unión con otra persona, y si no es así, la vida carece de sentido pleno.
Como consecuencia de este amor
entendido desde el Romanticismo, es la otra persona quien tiene todo el poder
sobre nuestra felicidad, quien nos aporta, quien tiene que completar nuestros
“vacíos”. De esta forma, el amor se vive
como una dependencia, a veces como un sufrimiento, por el miedo que se crea
a perder a la pareja entendida como “la otra mitad”.
Este concepto de amor es ya
anticuado en nuestros tiempos, porque el ser humano ha evolucionado y estamos
en una nueva era, y no sólo de avance tecnológico, sino de nuevas necesidades
más profundas. Sin embargo, la cultura, a través del cine, la literatura y la
música sigue perpetuando la idea de amor romántico. Quién no conoce letras como
la folclórica copla que dice: “Cuando de veras se quiere, el miedo es tu
carcelero, y el corazón se te muere, si no te dicen te quiero”. O temas del pop
moderno como “Sin ti no soy nada”, del grupo “Amaral”; sólo por citar algunos
ejemplos.
Hay expertos que advierten que estamos ante una crisis de la pareja. Según
datos estadísticos, el número de divorcios va ascendiendo vertiginosamente cada
año, de forma que, en España, en 2013 se
habla de 3 parejas que se divorcian por cada cuatro que se casan. A menudo,
poco tiempo después de la ruptura, muchas de estas personas establecen una
nueva pareja como forma de superar su miedo a la soledad. Sin embargo, cada vez
son más las parejas que optan por no casarse, y cada vez son más las personas
que muestran insatisfacción con sus parejas. Algunas, se resignan a vivir en
una relación tortuosa, por miedo a quedarse solas.
REALMENTE, ¡LA SOLEDAD NO EXISTE!
Esta nueva era no casa con la
idea de amor del Romanticismo, de dos siglos atrás. Ya no funciona
responsabilizar a la otra persona de tu propia felicidad. Ha cambiado el
concepto de amor de necesidad por el
amor de deseo: Aprecio tu compañía y la deseo, pero no la necesito, que es muy
diferente. De hecho, no existe forma de ser feliz si no aprendes a
encontrar la felicidad en la propia individualidad. Solamente estar solo te
permite establecer un diálogo interno y descubrir la fuerza personal. Y cuanto
más aprendas a vivir en soledad, a estar contigo, más preparado estarás para
establecer una pareja desde el respeto y el entendimiento mutuo.
A veces, cuando mis pacientes llegan quejosos
porque se sienten infelices de no encontrar pareja, les hago una pregunta de
forma muy delicada, que les hace entrar en shock:
-“¿Tendrías de pareja a
alguien como tú?”
Se hace un breve silencio, y luego responden…
-”La verdad es
que… no.”
-“Bien, entonces primero tendrás que
aprender a estar contigo, descubrir tu
única compañía eterna, ese ser que siempre, siempre, estará contigo. Afrontar tus
propios miedos y transformarlos en oportunidades. Apreciar esta compañía de ti
mismo y llegar a disfrutar de ella. Aprender a contar contigo, apoyarte y sacar
lo mejor de ti. Acceder a esa fuente de tu auténtica felicidad, que sólo puede
estar en tu interior. Conseguir llenar esos vacíos que pretendes que sean
llenados con otra persona, y sentirte un ser pleno en tu individualidad. Ya no
eres una mitad, eres un entero. Y será fascinante cuando te sientas tan pleno y
quieras compartir con alguien esa abundancia, y así intercambiar y potenciar
con una pareja que ya no será quien te complete, sino un compañero de tu
apasionante viaje.”
Sólo existe una única persona que
te acompañará siempre, y eres tú mismo. Estar solo te permite aprender a
apreciar estar contigo, ¿qué mejor compañía? Por ello, realmente, amigo
lector, podemos afirmar…
<<La Soledad no
existe, es sólo una distracción de ti mismo>>.
Excelente para lo que me está pasando A mi
ResponderEliminarNunca me había sentido tan identificado como cuando leí esto, yo tengo 22 años, y nunca en mi vida e tenido una novia. Mi miedo a la soledad me consume, pero cuando lo leí me di cuenta es que a quien tengo que encontrar es a mi mismo, ahora solo necesito encontrarme para salir de este miedo. Gracias por mostrarme el camino.
ResponderEliminarGracias Mónica!
ResponderEliminarExcelentes palabras para el momento k estoy pasando y es que cuando ay infidelidades de por medio es cuando mas angustiosa se buelve la vida ya k uno da tanto por esa persona k se olvida de si mismo gran error encontrarme a mi misma espero
ResponderEliminarQ buen articulo... yo tengo 22 años me he pasado ya 2 años buscando a alfuien q tenga lo q a mi me falta, pero esa no es mas.q.una tonta idea yo.lo puedo tener todo y encontrwr a alguien q me acompañe no q m complemte y pa q esta persona llegue debo tener otra mentalidad la mentalidad q talvez esa persona ande buscabdo y x mas q se presenten oportunidades aprebder a decir no... hasta estar list@ hasta ser como deseo ser... amarme a mi mism@ estar segur@ de mi pa q.me amen y poder amar de verdad
ResponderEliminarSolo existirá una persona que te acompañará siempre como modelo de vida. Es Jesucristo :)
ResponderEliminarY el mejor triángulo amoroso es: El hombre, la mujer y Dios
ResponderEliminarEstimado hermano, tu respuesta es coincidente con mi experiencia personal. Todavía no he tenido la oportunidad de vivir ese triángulo, pero mi corazón me indica que es la dirección correcta de la existencia.
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