Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

domingo, 4 de marzo de 2012

LA RABIA

       Constantemente, en nuestro cuerpo físico sentimos distintas señales naturales, tanto agradables como desagradables que nos hacen actuar en una determinada dirección. Así, la sensación de hambre, nos incita a alimentarnos; el frío nos anima a abrigarnos o el dolor nos dirige a buscar alivio. Igualmente, en el plano emocional, podemos sentir diferentes sensaciones, agradables o desagradables, que también forman parte de nuestra naturaleza. Podemos considerar cuatro sensaciones primarias: el miedo, el dolor, el placer y la rabia. Aceptar como naturales estas emociones primarias y gestionarlas de forma adecuada nos ayudará a desarrollar lo que denominamos la Inteligencia Emocional, imprescindible para nuestro bienestar en la vida. Dedicaré el artículo de hoy a una de las emociones primarias: la rabia. 
(Remito a lectores interesados a visitar artículos anteriores en este blog sobre la Inteligencia Emocional “Una clave para el éxito: la Inteligencia Emocional”; y al análisis del miedo, otra de las emociones primarias: “Cuando la sombra del miedo te persigue”).



¿QUÉ ES LA RABIA?

      Desde una perspectiva evolutiva, la rabia es la emoción primaria encargada de desencadenar la respuesta de auto-defensa cuando nuestros derechos corren peligro. Imaginemos una madre osa que caza para alimentar a sus crías, y de repente observa cómo un intruso roba el alimento: la respuesta de rabia pondrá en marcha la defensa del alimento de sus crías.
Volviendo a la especie humana, el enfado, la cólera, el odio, el resentimiento, el rencor, o la furia son distintas manifestaciones de esta emoción primaria. La rabia puede establecerse en dos dimensiones: hacia uno mismo o hacia los demás. Así, por ejemplo, cuando cometemos un error que tiene consecuencias fatales nos enfadamos con nosotros mismos, y cuando otras personas nos ofenden, sentimos violado nuestro derecho al respeto y nos enfadamos con los demás.


LA RABIA QUE DESTRUYE

          La rabia descontrolada hacia los demás puede romper relaciones para siempre, incluso cuando se trata de lazos familiares. La rabia descontrolada contra uno mismo puede propiciar que la persona se estanque en su propia culpabilidad.

       Cuando esta emoción no se gestiona y se mantiene en el tiempo, puede llegar a tener consecuencias físicas. Autores, como Louise L. Hay, han demostrado que personas con tendencia a autoinculparse o a acumular odio y resentimiento tienen más probabilidad de padecer enfermedades como el cáncer, la artritis, o problemas de hígado y de páncreas.



GESTIONAR LA RABIA: DE LÍMITE A RECURSO.

           Las cuatro emociones primarias forman parte de nuestros instintos más impulsivos y nos conectan directamente con nuestra naturaleza animal. Se desencadenan en la parte más primitiva e interna del cerebro. Lo que distingue a la especie humana de la animal es precisamente el cerebro más externo, la parte racional, llamada “corteza cerebral”. Gestionar la rabia consiste, a nivel cerebral, en conectar nuestros impulsos emocionales con nuestro razonamiento, es decir, conectar nuestro cerebro primitivo con el evolucionado o racional. No es raro, en este sentido, que digamos parecer animales cuando nos dejamos invadir por la rabia y no entramos en razón.

       Sin embargo, la forma de gestionar la rabia no es conteniéndola. Imaginemos un caudaloso río que provoca continuas inundaciones. En lugar de construir diques cada vez mayores que podrían romperse y provocar mayores destrozos, la solución es construir canales que puedan conducir el agua sin destrozar nada. Se trata entonces de canalizar la rabia, para que no nos destruya.


UN EJEMPLO

       <<Imagina que llegas a casa tras una dura jornada de trabajo y encuentras que tu pareja ha olvidado comprar el pan. Este olvido podría estimarse insignificante, si no fuera porque lleva días como ausente, cumpliendo a duras penas con su parte de tareas del hogar, muy pensativo y sin apenas hablar. Y piensas: “Lo que faltaba, después de los problemas que tengo en el trabajo”. Se respira tensión en el ambiente, pero todo el almuerzo transcurre en silencio. Debes salir a una reunión en la tarde, y te despides con un frío beso que apenas roza sus labios. Cuando llegan las 8 de la tarde, ansías por fin regresar a casa, pero al llegar encuentras una nota sobre la mesa “He salido a tomar algo con mis amigos del gimnasio, vendré después de cenar. Te quiero”. Y piensas “¿Que me quieres? ¡Si sólo piensas en ti!”Tu rabia va en aumento, te sientes a punto de estallar. >>

        Canalizar la rabia en este caso implica, como primer paso, evitar la acumulación de pequeñas tensiones que pueden acabar en una explosión de ira. Para ello, es necesario escoger un momento propicio para comunicarse cuanto antes con la pareja, intentando expresar con claridad la situación y los propios sentimientos, sin acusar al otro, desde una actitud que busque la resolución del conflicto.

         Cuando la rabia se ha acumulado en forma de odio hacia otras personas, o hacia nosotros mismos, existe un ejercicio asombrosamente eficaz para hacerla fluir. Se trata de coger un bolígrafo y papel, y escribir una carta expresando toda la rabia sentida. Al expresar por escrito las emociones, se conecta directamente el cerebro primitivo (donde nace la rabia) con el cerebro racional (que formula la narración). Es curioso sentir cómo después de escribir, el odio y la rabia disminuyen, la mente se aclara y da luz a puntos de vista que no había observado antes.

    Aceptar la rabia como emoción natural y aprender a interpretarla y  canalizarla se convierten entonces en magníficas herramientas para establecer relaciones respetuosas y flexibles, tanto con uno mismo como con los demás.





11 comentarios:

  1. Nuevamente me sorprendes con estos magnificos articulos, consigues hacerme reflexionar sobre estos temas. Felicidades.
    JMCM.

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  2. Mónica, muchas felicidades de nuevo por tu artículo: no solo expones la teoría ( el cómo funciona y por qué) sino que además muestras una manera muy útil de gestionar la rabia.
    Me encanta leerte!
    Besos,
    Rosa

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    1. Idem de idem, comparto la opinión de nuestra compañea. Tu artículo me ha gustado muchisimo.

      Cristina C.

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  3. Genial artículo.. Considero que no tenemos que esconder las emociones si no aprender a gestionarlas de una manera inteligente. En la Gestalt se puede utilizar perfectamente una silla vacía o hacer una sesión con cojines...

    Ahora mismo estoy leyendo un libro muy interesante sobre las emociones y la psicoterapia. Muy interesante para terapeutas y no terapeutas. Os dejo la bibliografia por si a alguien le interesa:

    Trabajar con las emociones en psicoterapia de Greenberg, Leslie y Paivio, Sandra.

    Un saludo,
    David


    Un abrazo! David

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  4. Con palabras sencillas y ejemplos bien simples y claros consigues explicarnos términos tan complejos y abstractos como es la rabia, el miedo...
    Merece la pena dedicar diez-quince minutitos a la lectura de tus artículos y reflexionar un poco... Que no viene nada mal! Para mí es bastante agradable!! Merci beaucoup, Mónica.Bisous.
    Ana

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  5. Muchísimas gracias a tod@s por vuestras palabras y aportaciones. David, gracias también por compartir referencias bibliográficas; saber gestionar las emociones es tarea de toda persona comprometida con su bienestar...

    Un fuerte abrazo!

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  6. Muy útil este articulo Mónica, igual que siempre la verdad.
    Me ha parecido especialmente interesante y didáctico el ejemplo del río.
    Gracias.

    Pablo.

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  7. Me siento muy identificada, pues creo que es lo que más me cuesta controlar. Yo siempre aconsejo como bien dices que no nos guardemos las cosas que pensamos, que debemos siempre comunicar cuando algo nos sienta mal o si no estamos de acuerdo con algo. Sí es verdad que yo a veces me he callado, sobre todo en el trabajo, por prudencia y por no entrar en conflicto con nadie. Mi problema por dsecirlo así, es más los prontos que tengo, no porque me tenga guardado cosas que no he dicho, si no que muchas veces por cansancio o estrés, estallo por cualquier tontería que en condiciones normales no me molestan. Supongo que el problema es que canalizo el estrés de esa forma, en vez de buscar otra forma de canalizarlo. Es como una forma de desahogarme, aunque al minuto, luego me arrepienta, pero me es difícil controlarlo. Por otro lado, pienso que a veces es necesario "enseñar los dientes" para defender lo tuyo y que no te tomen por tonta.

    Como siempre, gracias Mónica.

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  8. Hola, Mª Jesús.
    Estoy de acuerdo con la necesidad de "enseñar los dientes" en determinadas situaciones. Es una forma de "poner límites" a los demás de forma más contundente cuando otros medios más sutiles han pasado desapercibidos. En cuanto al estrés, claro que su acumulación influye en los estallidos emocionales, recuerda que el estrés, cuando se mantiene y empieza a producir malestar, también es un indicador que te informa de que algo va mal y es necesario tomar medidas.
    Gracias por tus aportaciones.
    Un abrazo.

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  9. Hola Mónica,
    Decir que leer este articulo me ha sorprendido mucho. Después de realizar las tareas que me recomendaste y llevarlas acabo me ha echo sentir como bien explica el articulo, canalizar la rabia y sentirme mucho más aliviado, tener mas seguridad y bien estar. Me sorprende como las cosas pequeñas hacen que sean importantes para la vida de uno mismo. Muchas gracias.

    Un saludo Carlos A.

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