Quizás conozcas a personas que, a pesar de que la vida les golpee con dureza, resurgen y crecen de ello...
Sorprendentes
historias de enfermedades terminales, pronosticadas de una próxima muerte, pero
que remiten, se curan sin una explicación médica, y la comunidad científica las
clasifica de “remisiones espontáneas”.
O personas que
parecen tocar el fondo al arruinarse económicamente, pero resurgen y remontan
creando nuevas riquezas.
Hay también
historias de personas que, sin esperarlo, han sido abandonadas por sus parejas,
perdiendo su casa, el contacto con sus hijos… han sentido que su vida se
desploma completamente, pero al tiempo han crecido de ese dolor, y han rehecho
sus vidas siendo aún más felices.
¿Tienen algo de
especial estas personas?
Sin duda, han
sido objeto de estudio de psicólogos, sociólogos y otros científicos. En
psicología, esta cualidad de fortaleza o resistencia ante la adversidad, es
denominada “RESILIENCIA”.
En medicina,
esta capacidad de “curación” que parece milagrosa, ha sido ampliamente
estudiada por científicos como el estadounidense Joe Dispenza o el ilustre
cirujano español Mario Alonso Puig. El doctor Joe ha entrevistado a numerosos
pacientes con esta experiencia de “curación espontánea”. El científico
manifiesta que estos pacientes que evolucionan tan positivamente en
enfermedades graves tienen algo en común: una profunda esperanza. En las
distintas entrevistas, cada persona llama de una forma distinta a esta
“esperanza” o “fuerza de curación”. Algunos hablan una “fuerza interior” en la
que confían plenamente, una especie de “inteligencia superior” que habita en su
ser y que es capaz de sanar su dolencia. Hay quienes hablan de una “energía
universal”, como fuerza curativa en la que han confiado y con la que están
conectados. Otros llaman a esta fuerza “poder espiritual”. Otros lo llaman “Dios”…
y otros, más escépticos, deciden llamar a este poder, simplemente “placebo”.
El doctor
Mario Alonso Puig afirma que “la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la
ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores de nuestro
cerebro”. Nuestro cerebro a su vez envía las órdenes encargadas de modificar
nuestra biología.
Sea lo que
sea, estamos hablando de un poder… de una fuerza que conduce a resurgir… de una
confianza con la que puedes conectarte. Puedes llamarla como quieras, en función
de tus creencias: poder personal, inteligencia
o consciencia superior, energía universal, sabiduría, esperanza, confianza, Dios…
Tampoco
olvides que “esperanza” no es lo mismo que “expectativa”. Con esto quiero decir
que quizás lo que más deseas y en lo que pones tu fuerza (expectativa) no sea
lo más adecuado para ti. Por ejemplo, si deseas volver con tu ex y se trata de
una relación tormentosa, si te conectas con esta fuerza, con esta “esperanza” o
como tú prefieras llamarla, tal vez te dirijas en sentido contrario, a alejarte
de de esa persona. Y aunque en ese momento no lo comprendas así, esta fuerza te
dirige hacia lo mejor para ti, a evolucionar aunque sufras con ello.
Quisiera
finalizar con una historia en la que esta fuerza es llamada Dios. Por mi parte, lejos de pretensiones religiosas, este relato me parece muy
ilustrativo, y que puede iluminarnos hacia la esperanza en los momentos más difíciles...
<<Cuentan que
una persona murió y, al llegar a las puertas del cielo, se encontró con Dios. Y
Dios le dijo:
-
Vamos a echar una ojeada a tu vida.
Entonces
vieron, como en un desplegable, toda la vida de la persona: los hechos
significativos, los desencuentros, las heridas, las dificultades, las alegrías,
lo hecho, lo pendiente, etc.
Cuando
terminaron, la persona le dijo a Dios:
-Tengo que
hacerte una pregunta. He observado que en algunos tramos del camino hay cuatro
huellas, y eso me hace pensar que caminabas a mi lado. Pero, curiosamente, en
los tramos más difíciles, en aquellos en los que estaba caído, sufría
profundamente o trataba de encarar problemas sin apenas fuerza, había
únicamente dos huellas. Mi pregunta es: ¿por qué me dejaste solo en esos
momentos?
A lo que Dios,
sonriendo, contestó:
- Nunca te
dejé solo. De hecho, en esos momentos, te llevaba en brazos.>>
Mónica Ferrera, psicóloga.
www.monicaferrera.es
Aquí me tenéis encantada con el científico Joe Dispenza, no sólo un gran profesional a nivel mundial, sino una persona cercana y entrañable.