Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

domingo, 18 de enero de 2015

NUNCA PIERDAS LA ESPERANZA


         Quizás conozcas a personas que, a pesar de que la vida les golpee con dureza, resurgen y crecen de ello...
 Sorprendentes historias de enfermedades terminales, pronosticadas de una próxima muerte, pero que remiten, se curan sin una explicación médica, y la comunidad científica las clasifica de “remisiones espontáneas”.

O personas que parecen tocar el fondo al arruinarse económicamente, pero resurgen y remontan creando nuevas riquezas.

Hay también historias de personas que, sin esperarlo, han sido abandonadas por sus parejas, perdiendo su casa, el contacto con sus hijos… han sentido que su vida se desploma completamente, pero al tiempo han crecido de ese dolor, y han rehecho sus vidas siendo aún más felices.


¿Tienen algo de especial estas personas?


Sin duda, han sido objeto de estudio de psicólogos, sociólogos y otros científicos. En psicología, esta cualidad de fortaleza o resistencia ante la adversidad, es denominada “RESILIENCIA”.

En medicina, esta capacidad de “curación” que parece milagrosa, ha sido ampliamente estudiada por científicos como el estadounidense Joe Dispenza o el ilustre cirujano español Mario Alonso Puig. El doctor Joe ha entrevistado a numerosos pacientes con esta experiencia de “curación espontánea”. El científico manifiesta que estos pacientes que evolucionan tan positivamente en enfermedades graves tienen algo en común: una profunda esperanza. En las distintas entrevistas, cada persona llama de una forma distinta a esta “esperanza” o “fuerza de curación”. Algunos hablan una “fuerza interior” en la que confían plenamente, una especie de “inteligencia superior” que habita en su ser y que es capaz de sanar su dolencia. Hay quienes hablan de una “energía universal”, como fuerza curativa en la que han confiado y con la que están conectados. Otros llaman a esta fuerza “poder espiritual”. Otros lo llaman “Dios”… y otros, más escépticos, deciden llamar a este poder, simplemente “placebo”.

El doctor Mario Alonso Puig afirma que “la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores de nuestro cerebro”. Nuestro cerebro a su vez envía las órdenes encargadas de modificar nuestra biología.



Sea lo que sea, estamos hablando de un poder… de una fuerza que conduce a resurgir… de una confianza con la que puedes conectarte. Puedes llamarla como quieras, en función de tus creencias: poder personal, inteligencia o consciencia superior, energía universal, sabiduría, esperanza, confianza,  Dios…




Tampoco olvides que “esperanza” no es lo mismo que “expectativa”. Con esto quiero decir que quizás lo que más deseas y en lo que pones tu fuerza (expectativa) no sea lo más adecuado para ti. Por ejemplo, si deseas volver con tu ex y se trata de una relación tormentosa, si te conectas con esta fuerza, con esta “esperanza” o como tú prefieras llamarla, tal vez te dirijas en sentido contrario, a alejarte de de esa persona. Y aunque en ese momento no lo comprendas así, esta fuerza te dirige hacia lo mejor para ti, a evolucionar aunque sufras con ello.


Quisiera finalizar con una historia en la que esta fuerza es llamada Dios. Por mi parte, lejos de pretensiones religiosas, este relato me parece muy ilustrativo, y que puede iluminarnos hacia la esperanza en los momentos más difíciles...


<<Cuentan que una persona murió y, al llegar a las puertas del cielo,  se    encontró con Dios. Y Dios le dijo:

-          Vamos a echar una ojeada a tu vida.

Entonces vieron, como en un desplegable, toda la vida de la persona: los hechos significativos, los desencuentros, las heridas, las dificultades, las alegrías, lo hecho, lo pendiente, etc.

Cuando terminaron, la persona  le dijo a Dios:

-Tengo que hacerte una pregunta. He observado que en algunos tramos del camino hay cuatro huellas, y eso me hace pensar que caminabas a mi lado. Pero, curiosamente, en los tramos más difíciles, en aquellos en los que estaba caído, sufría profundamente o trataba de encarar problemas sin apenas fuerza, había únicamente dos huellas. Mi pregunta es: ¿por qué me dejaste solo en esos momentos?

A lo que Dios, sonriendo, contestó:

- Nunca te dejé solo. De hecho, en esos momentos, te llevaba en brazos.>>


Mónica Ferrera, psicóloga.
www.monicaferrera.es 




 Aquí me tenéis encantada con el científico Joe Dispenza, no sólo un gran profesional a nivel mundial, sino una persona cercana y entrañable.