Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

domingo, 26 de mayo de 2013

LA TRAMPA DE LOS CELOS


        En el ámbito de la pareja, podríamos definir los celos como esa emoción perturbadora que aparece ante la sospecha de que la persona amada nos reste atención a favor de otra.
       Creo que todos hemos podido vivir en algún momento esa incómoda perturbación. Con o sin fundamento, esta sospecha puede convertirse en una trampa “mortal” para la autoestima de la persona que la vive, y por supuesto, para la pareja.
        ¿De qué va a depender?
        De cómo reaccionemos ante tal sospecha.



UN EJEMPLO


<<Hacía varios días que notaba a mi novia un poco distante conmigo. Sé que tenía mucho trabajo, pero ya era raro que estuviéramos algunos días sin vernos siquiera. Tiene muy buen rollo con sus compañeros de trabajo, y aunque nunca le di demasiada importancia a esto, últimamente tenía la mosca detrás de la oreja.

Quedamos por fin el sábado en su casa, y pasamos una tarde estupenda. Ella se dispuso a ducharse para salir juntos a cenar. Todo parecía normal.

De repente, sonó un mensaje de Whatsapp. Era su móvil, lo había dejado sobre la mesa del salón, donde yo la esperaba. Sonaron  varios mensajes seguidos más. Mi pulso se aceleraba, empecé a sentir fuego en mi interior. ¿Quién sería? ¿Se confirmarían mis vagas sospechas? Empecé a sudar frío, sosteniendo el impulso de coger el móvil y abrir los mensajes. No pude más, lo hice.

Era uno de sus compañeros de trabajo. El corazón se me salía por la boca mientras abría el mensaje: “Eli, ¿estás ocupada? Tengo que comentarte algo, llámame si puedes. Si no, el lunes te invito a desayunar”. No sabía qué pensar… no podría aguantar sin preguntarle… Pero tenía pánico a su reacción al saber que había fisgoneado en su móvil. Me sentía los ojos desencajados, estaba fuera de mí… Cuando Eli volvió al salón, mi rostro cantaba que algo me ocurría, así que ni intenté ocultarlo…

Eli no me habló en un par de días, pero afortunadamente no rompió conmigo. Sin embargo, desde ese fatídico día, nuestra relación no es la misma, y mi desconfianza se ha ido alimentando, sin poder evitarlo. Ella me explica miles de veces que me quiere y me socorre cuando mis nervios se desatan. Se sacrifica renunciando a los cafés del trabajo, para que yo esté tranquilo. No sé cuánto durará la paciencia de mi amada... pero esta agonía también es un infierno para mí>>.


UNA TRAMPA SUTIL, PERO MUY PELIGROSA


En la dinámica de cualquier pareja, ha de existir un equilibrio entre la vida individual de cada miembro (su espacio propio, trabajo, amistades, familia…) y la vida de pareja (actividades y proyectos compartidos, amigos comunes, etc.). A veces estos dos espacios son adecuadamente acordados por la pareja; otras veces, surgen diferencias. Si estas diferencias son interpretadas como una falta de interés de la otra persona hacia nosotros, se forma un perfecto caldo de cultivo para las sospechas y la desconfianza. Entonces, empezaremos a imaginar que nuestra pareja ya no nos quiere igual, que se interesa por otras personas…
Entonces quizás pensemos que estas dudas tan tormentosas sólo podrían solucionarse si contrastamos con la realidad, en búsqueda de pruebas que confirmen o que refuten nuestras hipótesis.
Y es aquí donde empezaremos a crear esa sutil trampa en la que podemos, muy fácilmente, quedar mortalmente atrapados. Analicemos…
Hay múltiples formas de búsqueda:

-                Búqueda directa: pregunto directamente a mi pareja si me quiere, o si le interesa otra persona, pido explicaciones de qué hace o con quién está cuando no estamos juntos, cuando suena su móvil pregunto ¿quién es?, etc, etc, etc.

-                          Busqueda encubierta: esta categoría se forma de conductas más perversas, ya que se desarrollan “a espaldas” de la pareja: desde mirar su móvil, su correo electrónico, sus redes sociales (incluso robar contraseñas para tal efecto) hasta vigilar a escondidas o incluso contratar detectives privados.

Obviamente, por muy santa que sea nuestra pareja, ante tal despliegue de averiguaciones, siempre hallaremos algo que alimente nuestra sospecha, y más, filtrando tales datos con los ojos de la desconfianza. Ya dicen los sabios “el que busca, halla.”


NO DESCONFÍAS DE TU PAREJA: DESCONFÍAS DE TI

Podríamos pensar que los celos se establecen por una desconfianza hacia nuestra pareja, por temor a que nos abandone. Sin embargo, no es nuestra pareja la causa de esta duda. Si pensamos en ello, la clave está en nosotros mismos: desconfiamos de que nuestra pareja pueda ser atraída por otra persona porque no estamos seguros de ser suficientemente buenos como para mantener su amor. Desconfiamos de nosotros mismos, de nuestros propios encantos, y entonces pensaremos que cualquiera nos podría arrebatar a la persona amada.

A menudo esta desconfianza en uno mismo,  baja autoestima o inseguridad se agrava  al pedir ayuda a la pareja: pedir explicaciones, confirmaciones de que nos quiere, decir que nos muestre el móvil cuando ha mantenido una conversación con alguien…y todas las formas de búsqueda descritas anteriormente. Claro está, esas estrategias constituyen la gran trampa, pues mientras buscamos tranquilizarnos, no hacemos sino confirmar nuestro miedo, nuestra debilidad, y por ende, ser cada vez menos atrayentes ante nuestra pareja y ante nosotros mismos.


En resumen, estamos consiguiendo, sin querer, lo que más tememos: alejar de nosotros a la persona amada.


EL ANTÍDOTO A LOS CELOS: LA CONQUISTA DIARIA


Siendo realistas, no existe el “riesgo cero” en ninguna relación. Por mucho que amemos a nuestra pareja, tendremos que asumir que el riesgo de que se enamore de otra persona siempre va a existir. Y que en algún momento aparecerá una intrépida situación que nos lleve a la duda, a la trampa de los celos.
¿Cómo reducir al mínimo el riesgo de ser abandonados por nuestra pareja?
Sólo hay una respuesta: “Nunca te abandones a ti mismo” y de esta forma, es difícil que te abandonen…
No abandonarse a sí mismo significa cuidar la dignidad propia, el amor hacia uno mismo, y evitar caer en la sutil  trampa de los celos. Si a pesar de las adversidades que te hagan dudar en algún momento, te comportas con seguridad, dándote valor y confiando en que eres una persona muy valiosa, digna del amor de tu pareja, el fantasma de los celos pasará de largo.

Se trata por tanto de una conquista diaria a ti mismo: cuida de ti, de tu salud, de tu imagen, de tu disfrute, de tu propio espacio: amistades, metas personales… De este modo te amarás por ser una persona tan valiosa, y, como consecuencia natural, conquistarás diariamente a tu pareja.


<<Llega un momento en la vida 
en el que debemos decidir nuestro valor:
si ser como una vulgar bisutería
que nada pasa si se cae o se arrastra,
o ser una valiosa joya
digna del cuidado y aprecio
propios de su belleza y valor>>