Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

domingo, 8 de enero de 2012

DIME CON QUIÉN ANDAS Y TE DIRÉ ….CÓMO TE SIENTES

 El ser humano, por naturaleza, necesita el contacto con otros. Somos seres sociales. Nos engendramos dentro de otro ser y desde el momento del nacimiento necesitamos el calor humano.

En este sentido, es curioso cómo la ciencia puede evolucionar, pero sólo hasta ciertos límites. En la década de 1980, los avances en incubadoras herméticas permitían mantener con vida a bebés cada vez más prematuros. Gracias a las lámparas ultravioleta, era posible alcanzar unas condiciones óptimas de vida artificial. Aquellas pequeñas criaturas tenían un sistema nervioso tan frágil que se llegó a prohibir cualquier manipulación física, incluso se colocaron carteles de “NO TOCAR”. A veces los lloros de desamparo de los bebés encogían el corazón de las enfermeras, pero éstas, disciplinadamente, intentaban ignorarlos. Los cuidados eran estrictos; las condiciones, perfectas: control de temperatura, humedad, oxígeno, alimentación al milímetro... Sin embargo ¡los bebés no crecían! Era como una burla de la Naturaleza a la Ciencia… Periódicamente se pesaba a los bebés, y al cabo de un tiempo se observó que, entre los que alcanzaban sobrevivir, sólo un grupo ascendía de peso. Los investigadores se volvían locos buscando las causas de esta diferencia. Si los cuidados eran, ¡idénticos! O, más bien, casi idénticos… Las cámaras desvelaron el secreto: los bebés que crecían eran cuidados por una misma enfermera que se acababa de incorporar al servicio de una de las plantas. Tuvo que confesar que no pudo resistirse a consolar el llanto desgarrador de los bebés, y durante la madrugada, les acariciaba con delicadeza la espalda… Y ese contacto era lo que les daba ¡vida!

            Se han repetido investigaciones similares con otras especies confirmando los mismos resultados: ante la ausencia de contacto con otros seres, las células del organismo se niegan literalmente a desarrollarse… El contacto con otros nos influye poderosamente desde que nacemos.

            Y a lo largo de nuestra vida, son muchas las personas con las que nos relacionamos. Durante los primeros años, en la infancia, esas personas con las que compartimos nuestra existencia y que siempre formarán parte en nuestra vida no son “elegidas” por nosotros, sino que más bien, vienen impuestas por el destino: se trata de nuestros padres, hermanos, y otros familiares.

            Sin embargo, ya desde los inicios de la infancia, al entrar en la primera institución social, la escuela, empezamos a elegir los amiguitos y amiguitas con quienes comenzamos a desarrollar por nosotros mismos la necesidad de socializarnos. Y los elegíamos simplemente porque con aquellas personas nos sentíamos bien.

           
            
            Y así es, el hecho de estar con unas personas u otras puede hacer que nos sintamos bien o mal. En cierto modo, llegamos a ser una especie de reflejo de su estado. Algunos estudios han constatado la existencia de unas células dentro del cerebro denominadas “neuronas espejo” que se activan de una forma refleja al observar una acción en otra persona. Esto es, si observamos a alguien bostezar, la zona motora de nuestro cerebro se activará y sentiremos el impulso de imitar esa acción. Lo mismo ocurre con las emociones: si sentimos que una persona siente miedo, dolor o cualquier otra emoción, nuestras neuronas espejo reflejarán en nosotros esa misma emoción.
Esto nos ayuda a comprender el motivo de porqué cuando estamos con personas aprehensivas, pesimistas o críticas, nuestro sistema nervioso se contagia de estas emociones y llegamos a sentir malestar. Y si el tiempo en su compañía ha sido prolongado, algunos investigadores refieren que además se produce un intercambio más sutil a nivel vibratorio o energético que nos alinea con esa persona provocando en nuestro sistema sensaciones de abatimiento, cansancio y negativismo. Del mismo modo, cuando nos acompañamos de personas enérgicas y optimistas reflejamos y compartimos en nosotros ese estado de bienestar y enriquecimiento.

            Pero la influencia no es unidireccional: nosotros también influimos en la otra persona, y esa reacción a su vez, vuelve como un boomerang. Es decir, con nuestras palabras y gestos, despertamos una sensación concreta en la otra persona que, de nuevo reflejamos en nosotros. Además, de forma estratégica, podemos cambiar de sentido la reacción de otra persona. Por ejemplo, ante el ataque de una persona enojada, como un conductor furioso que te acribilla a bocinazos porque has cometido un descuido, en lugar de enojarte impulsivamente, puedes probar pedir perdón con humildad: es muy curioso observar en él la cara de desconcierto y cómo su emoción de ira se transforma en compasión.

En muchos casos la mayor parte del día estamos con personas: nuestros familiares, pareja, compañeros de trabajo, amigos… y si tomas conciencia, quizá caigas en la cuenta de que con cada una de ellas te comportas algo diferente, y a la vez, te sientes distinto: es como si cada relación sacara algo bueno o algo malo de ti, y viceversa. Algunas de esas personas no las puedes cambiar (tu madre o tu padre)… Pero la mayoría de las personas son elegidas directamente por ti, como, por ejemplo,  tus amigos, o también los familiares con quienes decides relacionarte más. Y entre todas estas elecciones sociales, existe una decisión principal y más importante de todas: la persona que eliges especialmente para compartir tu vida: tu pareja. La interacción con todas estas personas construye tu ser social además de tu propio autoconcepto y autoestima, y  a nivel más amplio, tu felicidad, la satisfacción con tu vida.

            Ahora la decisión es tuya: tú eliges con quién compartir tu tiempo, con quién establecer esa influencia emocional recíproca. Tienes el poder de potenciar lo mejor o lo peor en los demás. Eres responsable de seleccionar aquellas personas que son dignas de disfrutar de ti. Todo ello dependerá del valor que quieras darle a tu vida, de la valía que te otorgues a ti mismo y de la intensidad con la que decidas brillar… Se trata de un acto de amor o de desprecio hacia a ti, y hacia los demás. En palabras de Bernasconi: “Una estrella que brilla mucho irradia su luz a la estrellas de su alrededor”.


6 comentarios:

  1. Me encanta la sencillez con la que enfocas las cosas. Eso denota gran conocimiento por tu parte (natural y científico)
    Enhorabuena otra vez.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Muy oportuno para mi.Un saludo lleno de cariño. Espero vernos pronto.

    Me encanta el blog.Enhorabuena.
    Carmina

    ResponderEliminar
  3. Ya echaba de menos leer tu blog. Muy bien el ejemplo del bostezo con el que todo nos identificamos pero no paramos a pensar por qué ocurre. Sobre ésto me podría llevar escribiendo todo el día sobre las distintas personas con quienes me relaciono o que forman parte de mi vida. Pero me voy a limitar a dar un consejo: Cuando os sintáis mal por lo que sea(es normal que no estemos siempre bien), aunque no se tenga ganas de salir, hay que salir y buscar a esas personas que te hacen reir o estar a gusto, el quedarnos solo en casa lamentándonos nos hace sentirnos peor. Cuesta arrancar, pero una vez que lo haces te sientes mejor. Yo en mi caso tengo fama de que me gusta mucho "salir", pero no soporto la soledad y necesito siempre ver gente. Por otro lado, el ejemplo de la persona que se enfada y a la que le respondes con una sonrisa, es sorprendente el resultado. Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  4. Me ha encatado este tema, es muy interesante y curioso. Aunque aveces es inevitable compartir momentos con personas con las que no nos transmiten buenas vibraciones,aun asi con las lecturas de los temas que tratas en el blog nos ayudas a llevarlos mejor.¨Cuando las personas tienen libertad para hacer lo que quieren, por lo general comienzan a imitarse mutuamente¨. Francoise sagan
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Cuando tomamos consciencia de que compartir y enriquecernos de otros es una búsqueda voluntaria, participamos de nuestro derecho de ser libres y a la vez asumimos la responsabilidad de crear nuestra vida...
    Gracias de nuevo por enriquecernos con vuestras aportaciones.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Me ha encantado descubrir este blog,y mucho mas aun este tema.
    Aunque mi experiencia me dice que si,que elegimos a la persona que esta a nuestro lado,pero, ¿elegimos a la persona adecuada?

    En mi caso,me vi entre dos aguas,y a veces me pregunto que hubiera pasado en la otra orilla.Nos es que me arrepienta de donde desembarque,pero siempre te queda la duda de como hubiera sido.
    Quizás fue culpa mía por no atreverme a dar el paso,pero lo cierto es que me conformaba con lo que tenia en aquel momento y no quería perderlo.Y aunque era maravilloso y se paraba el mundo cuando nos mirábamos,(podíamos mirarnos casi una noche entera,mi mirada buscaba la suya entre la gente y su mirada buscaba la mía),hasta que nos cogíamos de la mano a escondidas.Tal vez no supe esperar,pero lo cierto es que ella tampoco aposto por mi o esa era mi sensación.
    Sin darme cuenta se me fue y la perdí,bueno la verdad es que me aleje yo, tuve que irme a la otra orilla para no hacerme mas daño.Aunque en contra de mis sentimientos.
    Y la verdad es que siempre me quedara esa duda.

    Por eso te comento: ¿elegimos correctamente o nos engañamos a nosotros mismos creyendo que elegimos lo correcto?
    Creo que nunca lo sabremos,creo que elegimos el camino fácil,el que creemos que es mas seguro y que nos hará menor daño en forma de autodefensa contra nosotros mismos,pero eso no significa que sea lo correcto.
    Aunque habrá veces que seguramente lo sea y lo ignoremos.

    UN SALUDO.

    ResponderEliminar